Enamorarse es un paso esencial en la vida de todo ser humano, no importa a qué edad conozcamos este sentimiento, la mayoría de las veces siempre es grato vivir ese momento. Sin embargo, algunas veces sentir amor por otra persona resulta una experiencia más que dolorosa. 

Es posible que una o más veces nos enamoremos de la persona menos indicada. Ésta nos hará la vida miserable a través de su indiferencia o total desinterés, por lo que nuestras esperanzas se desvanecerán mientras vemos a esa persona alejarse de nuestro lado. Aunque el tiempo cure todas las heridas, lo único que querremos en ese momento será olvidar de inmediato, arrancarnos el dolor...

Algunas veces podemos tener una relación que nos resulte tóxica, o bien, una relación de dependencia. Otras veces, podemos enamorarnos de alguien que no nos corresponde; o que sí nos correspondió, pero se le acabó el amor. En casos como éstos, no sólo llega a ser muy doloroso, sino hasta dañino para nuestra salud.

Muchas veces sabemos perfectamente que lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de esa persona, por nuestra propia salud. Como decía, en casos de relaciones tóxicas, de maltrato por supuesto, o en el caso de amores imposibles.

Pero claro, la pregunta entonces sería, ¿se puede hacer eso?, ¿se puede hacer algo para conseguir desenamorarte de quien no te conviene? Y en todo caso, ¡cómo se hace?

De momento, casi lo único que puede curar esta… “enfermedad”, del todo, es el paso del tiempo; a la espera de que alguien invente la pastilla del olvido.

Sin embargo, aún sabiendo que el tiempo es la mejor cura; es cierto que hay algunas cosas que se pueden hacer para acelerar el proceso, y volver a sentirnos medianamente bien.

Así que no hay recetas mágicas, así que, tendrás que poner algo de tu parte, como por ejemplo la constancia.

Como en casi todo lo que requiere cierto esfuerzo, el paso más difícil es el primero. En este caso, lo primero es aceptar que es un imposible.

Y por más que queramos y que nos empeñemos, cuando una persona no se enamora de nosotros, no se enamora, y eso no es culpa de nadie. Aferrarnos a que tiene que ser, porque sí, sólo consigue hacernos daño.

Evitar todo contacto no será suficiente, si te pasas el día pensando en esa persona, recordando momentos pasados, o imaginando momentos futuros que no llegarán nunca.

La mente nos trae ciertos pensamientos y recuerdos de forma inevitable, pero nosotros decidimos los que dejamos pasar y los que queremos que se queden. Mantenerte de forma constante en todos esos pensamientos paraliza tu vida: no te deja hacer otras cosas, no te deja rendir en nada de lo que quieras hacer; no te deja seguir viviendo.

Sin duda, desprendernos de una persona tan importante será una de las partes más difíciles de este proceso; aún así existen varias formas hacerlo más llevadero. Conocer gente nueva es quizás uno de los mejores caminos para dejar de lado a esa persona. Esto no implica que debamos relacionarnos con el primero tengamos enfrente, recuerda que lo que queremos es olvidar, no reemplazar. Involucrarnos con caras nuevas nos ayudará a comprender que existen miles de posibilidades en la vida, además de la que en ese momento nos está haciendo sufrir.

Aquí se aplica la inversa, en el enamoramiento idealizas a la persona e ignoras sus defectos. Podemos escribir una lista de todo lo que nos molesta sobre nuestra expareja. 

Aspectos de higiene, educación y vestimenta; todo lo que alguna vez nos incomodó pero ignoramos con tal de estar a su lado. La intención no es crear odio, se trata de conocernos mejor para descubrir qué es lo que realmente queremos. Sólo así podremos enfocarnos en nosotros y no en alguien que únicamente nos aleja de la soledad.

Cuando por fin logremos desbaratar la idea que creamos alrededor de esa persona, nos daremos cuenta de que hay todo un mar de sensaciones cada vez más lejos de un inexistente e idealizado amor. Quizás algún día podamos entablar una conversación agradable y sin momentos incómodos con nuestro ex, quizá nunca sepamos de él o ella nuevamente. Lo que es seguro es que gracias al esfuerzo que hemos puesto en arrancar esa página de nuestra historia, podremos desenamorarnos para ser felices otra vez.

Muerte es todo fenómeno en el que se produce el cese de la vida y en especial de la vida humana. Este escrito busca argumentos sobre la muerte y el proceso consiguiente del duelo; se abordan algunos conceptos referidos a la muerte, aspectos relacionados con lo entendido por muerte biológica y social, así como una revisión a través del tiempo del manejo de los ritos funerarios, que de alguna manera favorecen la aceptación de ésta, para las personas que afrontan este suceso.

En un sentido por entender la muerte, encontramos el duelo, con un conjunto de representaciones mentales y conductas vinculadas que nos proporcionan elementos para la elaboración efectiva de dicho proceso.

La vida es un conjunto de situaciones, desafíos, alegrías y pérdidas; es un proceso dinámico que requiere una adaptación y un ajuste continuo para poder mantenerse. Por consiguiente, la muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que constituye el horizonte natural del proceso vital. La muerte es la culminación prevista de la vida, aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse, y, por lo tanto, forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos rodean y porque la actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina en parte cómo vivimos, la muerte del otro, más aún cuando es cercana tendrá un mayor impacto en quien la presencia, y suele desencadenar un proceso reflexivo en torno a la posibilidad de la propia.

El duelo es un proceso sano que busca reconfortarnos, hacer que aceptemos la pérdida y encontremos formas de adaptarnos.

Todos reaccionamos de forma diferente a la muerte y echamos mano de nuestros propios mecanismos para sobrellevar con el dolor que ésta conlleva. Las investigaciones indican que el paso del tiempo les permite a la mayoría de las personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno social y mantenga hábitos saludables. Aceptar la muerte de alguien cercano puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de duelo. Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” – investigaciones recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan por estas fases de forma progresiva.

Si usted ha tenido una relación difícil con la persona fallecida, esto puede añadir otra dimensión al proceso de duelo. Podría necesitar reflexionar por algún tiempo antes de lograr mirar la relación con nuevos ojos y acostumbrarse a la pérdida.

Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se conoce como duelo complicado y les podría necesitar la ayuda de un profesional de salud mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.

La mayoría de la gente no necesita ayuda para elaborar su duelo. El problema viene cuando alguien no resuelve adecuadamente alguna de estas tareas y siente que no consigue seguir con su vida sin que la pérdida interfiera en ésta de manera significativa. Al principio del proceso de duelo es normal que ocurra esto, pero mantenido en el tiempo puede desembocar en un duelo patológico, complicado o no resuelto, que podría definirse como “la intensificación del duelo al nivel en que la persona está desbordada, recurre a conductas desadaptativas, o permanece inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso del duelo hacia su resolución” (Horowitz, 1980).

En este sentido, una de las clasificaciones que más consenso ha adquirido establece cuatro subtipos de duelo complicado:

Duelo crónico. Pasa un año y la persona siente que nunca acaba. No termina de amoldarse a su nueva vida y sigue sin aceptar el dolor, la angustia o la ansiedad que siente al recordar la pérdida. La persona se detiene en alguna de las tareas descritas anteriormente sin llegar a su finalización.

Duelo retrasado o pospuesto. Tras la pérdida la persona experimenta ciertas emociones, pero no todas las que existían, o con su verdadera intensidad y, pasado un tiempo, vuelve a experimentar una fuerte carga emocional ante algún acontecimiento que reabre la herida.

Duelo exagerado: la persona se siente desbordada de dolor y trata de evadirse mediante ciertas conductas de evitación, como consumo excesivo de alcohol o drogas, centrarse obsesivamente en el trabajo, en salir o en cualquier conducta que le permita sobrellevar el dolor, lo cual puede llevar, en última instancia, a desarrollar algún trastorno psicopatológico, como problemas de ansiedad o depresión. Puede ser que la persona sea consciente de que hace todo esto para evitar el dolor que la pérdida implica, pero no sepa cómo afrontarlo.

Duelo enmascarado: la persona presenta problemas físicos o realiza conductas que le causan dificultades, pero sin darse cuenta de que éstas tienen que ver con la pérdida no superada. Por ejemplo, puede experimentar síntomas físicos similares a los del fallecido antes de morir o desarrollar problemas psicopatológicos (ansiedad, trastornos alimentarios, etc.), sin ser consciente de que su malestar tiene que ver con el duelo no resuelto.

Es cuando se da este tipo de complicaciones cuando es precisa la intervención terapéutica, que ha de identificar las tareas que no se han realizado y ayudar a la persona para que pueda llevarlas a cabo.

Cada generación es especial, cada una aporta algo nuevo y único a este planeta. Así que no se sientan obsoletos. Todos tenemos algo que enseñar, sin importar la edad. Es lógico que las últimas estén más familiarizadas con la tecnología pero al final todas las generaciones se complementan, sobre todo al momento de trabajar en un proyecto.

Hasta el momento existen siete generaciones humanas, se clasifican en periodos de 20 años aproximadamente.

Generación Interbellum (1900 – 1914)

Generación Grandiosa (1915 – 1925)

Generación Silenciosa (1926 – 1945)

Baby Boomers (1946 – 1960)

Generación X (1961 – 1981)

Generación Y o Millenials (1982 – 2001)

Generación Z (2001 a la fecha)

Las distintas generaciones comparten características similares, como la manera de comunicarse, la forma de comprar, el vínculo con la tecnología, los valores que defienden, las preocupaciones que los inquietan y la manera de desenvolverse en el ámbito laboral. Cada grupo ha sido moldeado por distintos acontecimientos sociales, tendencias y canales de distribución de información (radio, televisión, celulares) que hace que compartan creencias y expectativas. Por supuesto, a nivel individual, cada uno es diferente, pero ver a las personas a través del lente generacional es una gran herramienta para entender cómo las perspectivas y visiones cambian a lo largo de los años. Y, no hay dudas, es una segmentación muy útil para aquellos que quieren entender cómo informar y persuadir a cada grupo etario, sobre todo en el ámbito de la publicidad y el consumo.

Baby Boomers (nacidos entre 1945 y 1964)

✓ Nacidos post Segunda Guerra Mundial. El nombre de esta generación refiere al “Baby boom” (repunte en la tasa de natalidad) de esos años.

✓ Son 100% migrantes digitales. Crecieron en ambientes relativamente libres de tecnología y se han visto obligados a adaptarse, muchos con resistencia, a un mundo hiperconectado. Valoran las habilidades interpersonales y usualmente lamentan el uso de las redes sociales como sustituto del intercambio cara a cara.

✓ El trabajo como modo de ser y de existir: estable, a largo plazo, adictivo, no necesariamente de lo que aman hacer. En general, han pasado la mayor parte de su vida trabajando para el mismo empleador con el objetivo de comprarse una casa y criar una familia. Luego de una juventud socialmente conflictiva (por ejemplo, marcada por la Guerra de Vietnam y el Movimiento de los Derechos Humanos) la estabilidad es su mayor aspiración. Son conscientes de los privilegios que han conseguido, lo que influye también en su miedo al cambio. Si pierden su trabajo se sienten indefensos porque no disponen de las herramientas necesarias para enfrentarse a un mundo nuevo que desconocen. Califican a los Millennials de inconformistas que no respetan la autoridad y que no están dispuestos a hacer los sacrificios que ellos han realizado.

✓ No le dedican mucho tiempo al ocio y a la actividad recreativa.

✓ Es la generación a la que más tiempo le ha llevado entender la flexibilidad en términos de adaptarse a nuevos entornos laborales. Han visto cómo la tecnología fue incorporando y ganando espacios en los ámbitos de trabajo, y es a los que más les ha costado adoptar estas transformaciones.

Generación X (nacidos entre 1965 y 1981)

✓ La X es esa generación que sobrevivió a la fiebre consumista de los 80, que vio nacer Internet y caer la burbuja .com de los 90. En sus años de juventud, fueron una generación rebelde y contracorriente que se negaba a aceptar el mundo establecido por los adultos del momento. Fueron la generación que rompía estereotipos y modelos de conducta. Pero, aunque se la conoció como la ‘Generación Peter Pan’, estos niños perdidos sí que crecieron y ocuparon el lugar de los adultos contra los que se rebelaron.

✓ Pueden hacer convivir equilibradamente la relación entre tecnología y vida social. La mayoría de sus miembros tienen vidas activas, equilibradas y felices en las que dedican gran parte de su tiempo libre a la cultura, el ocio al aire libre o la lectura. Según un estudio que realizó la Universidad de Michigan en el año 2011, se los identificó como “activos en sus comunidades, mayormente satisfechos con sus empleos y capaces de equilibrar el trabajo, la familia y el esparcimiento”.

✓ Son más propensos a estar empleados (aceptan los órdenes de jerarquía institucional) y equilibran la energía entre el trabajo, los hijos y el tiempo de ocio. En contacto con los más jóvenes, se ven en la obligación de tener una mente muy abierta ante las nuevas ideas, y creen que deben ser flexibles y no estar cerrados a sus propias ideas. Perciben a los Millennials como inestables y critican su falta de respeto a la autoridad.

Generación Y o Millennials (nacidos entre 1982 y 1994)

✓ Muy adaptados a la tecnología. Crecieron durante la explosión de internet. La vida virtual es una extensión de la vida real, aunque conservan algunos códigos de privacidad en relación a lo que exponen o no en Internet (a diferencia de los Centennials, que comparten todo).

✓ Son multitasking.

✓ No dejan la vida en el trabajo, no son "workaholic" (quizá observaron que sus padres sí lo fueron y quieren cambiarlo). Por eso, son más cautelosos que leales con respecto a sus jefes o superiores. Con el ingreso de los Millennials al mundo laboral -hoy ya son casi el 35% de la masa global de trabajadores- se produjo un fuerte cambio de paradigma que sacudió a las organizaciones. Con ellos, la dinámica de trabajo y sus estructuras se ha visto sujeta a un replanteo permanente. Sus deseos apuntan hacia una mayor necesidad de balancear la vida social y personal con el trabajo, buscando mayor flexibilidad y desafíos, oportunidades de crecimiento e identificación con los valores y objetivos de la empresa; buscan sentirse parte de algo más grande e importante. Necesitan estar convencidos de que una organización los ayudará a aprender, crecer y desarrollarse. La tecnología en el trabajo juega un rol clave, cambiando no sólo procesos y funciones, sino también la manera de comunicarse e interactuar.

✓ Un gran porcentaje trabaja freelance o part-time. Están esperando más tiempo, en comparación con sus padres, para comprar una casa y criar una familia. Tienden a valorar más las experiencias que las posesiones materiales.

✓ Son emprendedores y creativos, intentan vivir de lo que aman hacer. Son idealistas.

✓ Aficionados a la tecnología del entretenimiento: usuarios de las salas de chat en los ’90 y ahora de redes de citas. Pasaron por todo: SMS, Reproductor de CD, MP3, MP4, DVD.

✓ Aman viajar, conocer el mundo y subir las fotos a las redes

✓ Según estudios, duran en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de la generación X y los Baby Boomers, más estables. Es por eso que las empresas enloquecen armando políticas de "fidelización".

✓ Protagonistas del cambio tienen, sin embargo, miedo a perder el control: están tan habituados a la inmediatez que temen su desadaptación a la vida cotidiana y confundir lo virtual con lo real. También saben que los Z están mejor preparados que ellos para la nuevas tendencias y paradigmas, ven que los más jóvenes tienen un espíritu más libre y emprendedor. Por eso, manifiestan cierto vértigo por los que viene.

Generación Z o Centennials (nacidos a partir de 1995 y hasta el presente)

✓ Son verdaderos “nativos digitales” (desde su niñez usan Internet). Nada de la tecnología les es ajeno. No recuerdan un tiempo sin celulares o redes sociales. Son los "screenagers". Pasan la mayor parte de su tiempo frente a múltiples pantallas. Estudios recientes aseguran que están expuestos cuatro veces más tiempo del recomendado. Están conectados un promedio de 10 horas por día.

✓ Autodidactas (aprenden por tutoriales), creativos (incorporan rápido nuevos conocimientos y relacionan bien) y sobreinformados (alta propensión al consumo de información y entretenimiento).

✓ Visitan redes que otras generaciones no usan, como Snapchat. Comparten contenido de su vida privada, aspiran a ser YouTubers. Su vida social pasa en un alto porcentaje por las redes. Su éxito se mide en “compartidos” y “likes”.

✓ Son multitasking pero su tiempo de atención es muy breve. Son independientes y consumidores exigentes y ocuparán puestos de trabajo que hoy en día aún no existen.

✓ Tienen claro que van a tener entre 10 y 20 empleos distintos en toda su vida, y quizás más. Hay una gran tendencia de esta nueva generación a pensarse como emprendedores, incluso dentro de las organizaciones. "Las empresas se están preparando para recibir a esta nueva generación en función de estos conceptos; el desarrollo de la carrera tiene que ser absolutamente flexible, con una cultura de trabajo más en red, donde los jóvenes sientan que pueden entrar y salir de proyectos según su interés. Esto implica tener habilidades mucho más amplias, no tan encorsetadas en lo técnico, que igual va a ser necesario, pero las habilidades blandas son las que van a primar", explica Juan Carlos Martínez, gerente de Relaciones Institucionales en Bayton Grupo Empresario.

✓ Son las generaciones más tolerantes que ha visto la historia, especialmente en relación con temas como la orientación sexual, los derechos de las minorías y la igualdad de género, a diferencia de los Millennials, que todavía mantienen ciertos convencionalismos. Son personas comprometidas con las causas sociales, humanitarias y medioambientales. Según un estudio de Sparks & Honey, el 60 % quiere tener un impacto en el mundo, comparado con el 39 % de los Millennials. Son más pragmáticos que éstos últimos. Su preocupación no es tanto su interés personal y profesional, sino la capacidad que tiene la sociedad para satisfacer los intereses de todos. Para ellos, el colaboracionismo y la solidaridad son sus grandes aliados. Por eso, son los mayores impulsores de conceptos como coworking, crowdfunding y gig economy. A diferencia de sus hermanos mayores, están más motivados por interactuar y trabajar con otras personas que por sacar adelante sus proyectos de manera individual. Prefieren esto si además se da con individuos con una diversidad social, cultural y racial que enriquezca el intercambio de ideas.

El amor no es perfecto, nos hace vulnerables hasta el punto de desnudarnos el alma, existen varios tipos de amores, el amor correspondido es el más hermoso y puro de todos, pero hay otro tipo de amor que es el más doloroso y que si caes en sus manos te advierto que sufrirás mucho, estoy hablando del amor no correspondido.

Enamorarse hace que tus días tengan un motivo por el cual existir, nadie elige a la persona, simplemente llega, conoces a alguien, tienen química, ríen todo el tiempo, ves un meme y se lo mandas porque te recuerda a él, y en un segundo no puedes dejar de pensarle, está en tu cabeza todo el tiempo. 

Pero ¿Qué pasa si esa persona de la que estoy enamorada es mi mejor amigo? ¿Me arriesgo a decirle lo que siento? ¿Y si pierdo su amistad?

Si estás en esta situación seguramente estas interrogantes te han pasado por la mente, es un proceso muy difícil pero como sobreviviente a esta problemática amorosa tengo que decirte como puedes decidir si te arriesgas o no a perder la amistad. 

No es lo mismo tener química o ser correspondido por lo que debes entrar al fondo de tu corazón y saber si tu amigo te ve con los mismos ojos como tu lo ves a él, es decir los años de amistad que tienen, te deben servir para conocer a esa persona a la perfección, debes saber si siente algo más por ti, si intuyes que no es así… NO LE DIGAS!. No arriesgues tu amistad, enamórate de alguien que si te corresponderá y conserva su buena amistad. 

Tuve un mejor amigo, la amistad con el era única, era una amistad de película totalmente, nos reíamos todo el tiempo, teníamos chistes locales, siempre que estábamos juntos nos la pasábamos de maravilla, sentia que era el lugar que me regalaba tranquilidad. ¿Qué podría salir mal? Si, me enamoré de él, pasé de verlo como mi mejor amigo a verlo como un amor imposible, en el que cada día sentía que alguien nos decía, las mágicas palabras de “Deberían ser novios” mi sonrisa y mi corazón decían SIIIIIII… deberíamos pero no sé, si el me quiera como yo a él, y es que como la mejor amiga, me tocó ser su paño de lágrimas, ver desfilar a sus novias y sentirme la más feliz cuando él prefería estar conmigo que con una de ellas, al fin de cuentas yo era su prioridad pero como amiga no como algo más.

Duramos 5 años siendo mejores amigos, viviendo experiencias buenas y malas en nuestras vidas, como amigo era el mejor de todos, podía contar con él, pero pasó lo que no debió pasar o tal vez no… 

Un día decidimos sincerarnos, resulta que el también sentía por mí, los celos que mostraba con mis ex novios y sus comportamientos que me confundían parecían ser ciertos, nos confesamos nuestros sentimientos, nos besamos y por ese instante la película perfecta de amor adolescente tenía un guión que merecía el Oscar, pero las películas que ganan los oscares tienen que tener cierto drama y sufrimiento… El con tiempo después decidió terminar con toda esperanza de tener un gran amor, estaba muy confundido y me dijo lo siento “No sé porque no puedo amarte y me odio por ser yo quién te haga daño” Yo estaba muy dolida porque mi mente decía la regamos, no debimos intentarlo pero después de que se rompe la barrera de la amistad nada vuelve a ser como antes.

El y yo ya no somos amigos, el se casó, vive feliz y por los recuerdos que tuvimos de una amistad única e inigualable siempre le voy a desear lo mejor en su vida, aunque por un momento o por muchos lo haya odiado, espero que mi experiencia te sirva de algo, a veces es mejor dejar las amistades así como están, como bien lo dijo Gabriel García Márquez…

“En verdad hay sentimientos que es mejor que se queden en lo platónico; y es mejor recordarlos así, irreales, inacabados, porque eso es lo que los hace perfectos."

Dado que es difícil para las personas con ansiedad controlar los pensamientos negativos y paranoicos, estos solo se vuelven más fuertes e intensos con el tiempo y en ocasiones, incluso provocan ataques de pánico.

Casi todos nosotros generalmente pensamos en las cosas que dijimos al hablar con alguien. Sin embargo, aquellos que tienen ansiedad tienden a analizar demasiado cada pequeña cosa que salió de sus bocas. Esto no solo es agotador, sino que también es extremadamente estresante.

Las personas con ansiedad tienen patrones de sueño malsanos y perturbados por pensar demasiado, preocuparse y sentirse estresados. O bien se van a la cama muy tarde por la noche o tienen dificultades para dormir.

Las personas que luchan con la ansiedad tienden a compararse con quienes los rodean, especialmente con sus familiares y amigos. La razón por la que hacen esto es porque piensan que otras personas son mejores y más exitosas y exitosas que ellas.

Como resultado, socavan la importancia de sus propios éxitos y logros, y algunos incluso se sienten inferiores a los que no tienen esta condición.

Mientras que la mayoría de nosotros generalmente pedimos consejo a nuestros amigos o familiares o una opinión sobre una decisión importante o difícil que debemos tomar, las personas que luchan con la ansiedad se toman en serio las opiniones y consejos de otras personas.

Desde su punto de vista, la opinión o el consejo de su familia, amigos e incluso pareja son tan precisos como un diagnóstico dado por un terapeuta profesional.

Todos nos sentimos culpables cuando sabemos que hicimos algo malo y dañamos los sentimientos de alguien como resultado, pero aquellos que tienen ansiedad se sienten culpables en un nivel completamente nuevo.

Incluso si no hicieron nada por lo que deberían sentirse culpables, siempre encontrarán una razón para sentir remordimiento y culpa. E incluso si algo no fue como lo planearon o quisieron, se sienten como los culpables de ello.

Debido a su inseguridad social, las personas que sufren de ansiedad no se sienten libres y cómodas reuniéndose y saliendo con gente nueva. Es difícil para ellos iniciar una conversación y expresar sus opiniones e ideas frente a alguien sin temer que la otra persona pueda juzgarlos, criticarlos o burlarse de ellos.

Esa es la razón por la que a veces pueden parecer poco sociables y distantes, pero evitar salir con otros y mezclarse con la multitud es solo su forma de ocultar su inseguridad social.

Todos cometemos errores. Al cometer errores, aprendemos cuál es la forma correcta de vivir. Aprendemos qué valores y principios morales importan en la vida.

Aprendemos a ser más responsables y mejores personas. Sin embargo, esta no es la forma en que las personas que luchan con la ansiedad perciben sus errores.

Más bien, toman sus errores muy seriamente, los ven como un fracaso personal, y los detienen por un período de tiempo más allá de lo que es normal y saludable.

Y no solo físicamente agotado, sino también mental y emocionalmente.

Teniendo en cuenta la cantidad de tiempo y energía que gastan analizando demasiado sus conversaciones, obsesionándose con los detalles sin importancia y pensando en sus inseguridades y temores, no es de extrañar que a menudo se sientan agotados.

Es por eso que a menudo terminan sintiéndose inquietos durante todo el día o durmiendo muchas horas.

Nadie sabe lo que podría traer el mañana, pero esta incertidumbre ejerce mucha presión sobre quienes luchan con la ansiedad.

No poder saber si lograrán cumplir todos sus objetivos, ver cómo se materializan sus planes o simplemente lo que les pueda ocurrir mañana, los hace sentirse abrumados y temen su futuro también.