Ansiedad y Depresión Adolescente
Los jóvenes de hoy -que transitan o transitaron su infancia, pubertad y adolescencia en los primeros años del milenio- tienen la reputación de ser "más frágiles", menos resistentes a ciertas emociones y de vivir más abrumados por la vida que sus padres.
Sin embargo, numerosos especialistas señalaron que este panorama es el resultado de un momento emocional angustiante que muchos jóvenes atraviesan actualmente. La ansiedad y la depresión en niños y adolescentes han ido en aumento, después de varios años de aparente estabilidad, como un fenómeno que afecta a toda una generación sin distinción de edad, género o clase social.
Se aíslan, se recluyen dentro de sus identidades ficticias en las redes sociales, o simplemente aparentan estar bien y, por dentro, sufren por la presión que sienten respecto a sus notas, su futuro, su aspecto físico o sus relaciones con una pareja, amigos y familia. En casos más extremos, algunos jóvenes incluso se autoinfligen heridas superficiales como una manifestación secreta y compulsiva del tormento que sufren.
La autolesión, que es para muchos adolescentes un escape momentáneo de la ansiedad contra la que luchan constantemente, es quizás el síntoma más inquietante de un problema psicológico más amplio: una "epidemia" de angustia y depresión que impacta y afecta directamente a la generación de los adolescentes de principios del siglo XXI.
Todos los expertos parecen coincidir en que ser un adolescente hoy en día es tener un "trabajo a tiempo completo" que incluye el esfuerzo escolar, la gestión de una identidad social virtual en redes sociales (que podría ser especialmente estresante y angustiante) y preocuparse por su carrera, el cambio climático, el sexismo, el racismo y lo que sea que la sociedad les imponga. Es la generación que casi en su totalidad no puede escapar de sus problemas en absoluto.
Es difícil para muchos adultos comprender cuánto de la vida emocional de los adolescentes se vive dentro de las pequeñas pantallas de sus teléfonos. "No hay una línea clara para los jóvenes que divida el mundo real y el mundo en línea". Esta hiperconectividad que ahora se extiende por todas partes los sobreexpone a los jóvenes y los sumerge en un mundo donde no saben cómo comportarse correctamente, donde la imagen que desean dar los limita y los presiona.
Otro de los componentes que juegan un rol fundamental en esta problemática, según los expertos, es el sistema educativo. La persecución de calificaciones específicas, la necesidad de "ser alguien" y hacer carrera transfirió la presión que antes ponían los padres sobre los hijos a una presión autoimpuesta por los adolescentes. "La competitividad y la falta de claridad acerca de adónde van las cosas económicamente han creado una sensación de estrés real en los jóvenes". Mientras tanto, la evidencia existente sugiere que la ansiedad provocada por las presiones de la escuela y la tecnología está afectando a los niños más pequeños y más jóvenes.
Muchos críticos de los métodos de crianza actuales señalaron que los niños de hoy están "sobre-supervisados" pero, sin embargo, los adolescentes pueden estar en la misma habitación que sus padres y estar también, gracias a sus teléfonos, sumergidos en un enredo emocional doloroso que expresan por las redes sociales. Sin que nadie lo note, los jóvenes pueden estar viendo la vida de otras personas en Instagram mientras desean en secreto ser algo que no son o pueden estar inmersos en una discusión sobre el suicidio con gente en la otra punta del planeta.
La "adicción" al Autoflagelo
El auto-flagelo no es universal entre los niños con depresión y ansiedad, pero sí parece ser el síntoma más visible de las dificultades de esta generación.
El estrés y la ansiedad pueden dejar graves secuelas en los niños para el resto de su vida (Shutterstock). Muchos creen incluso que hay un componente cultural en esa práctica. A partir de finales de 1990, el cuerpo se convirtió en una especie de cartelera para la autoexpresión, por ejemplo con los tatuajes y los piercings. Algunos de los tratamientos para las autolesiones son similares a los de la adicción, sobre todo en el enfoque en la identificación de los problemas psicológicos que están causando la ansiedad y la depresión en el primer lugar y luego la enseñanza de otras formas saludables de lidiar con ellos.
Se dice que el mejor consejo para los padres que se enteran de que sus hijos están deprimidos o se hacen daño a sí mismos, la mejor respuesta primero es validar sus sentimientos. "No se enoje, ni intente castigarlos. Dígale 'Siento mucho que tengas este dolor. Estoy acá para ti".
Este reconocimiento directo de sus luchas quita cualquier prejuicio. Ningún adolescente quiere ser visto como defectuoso o vulnerable y, para los padres, la idea de que su hijo se debilite por la depresión o ansiedad puede sentirse como un fracaso de su parte.
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