Para muchas familias poner el nombre de un familiar, del padre o abuelo es un honor y una tradición para muchas familias que actúan como clanes.
Pero para A. Jodorowsky, ponerle el nombre de un antepasado a un recién nacido, trae consigo una serie de cargas:
"Cuando bautizamos a un hijo debemos saber que junto con el nombre le pasamos una identidad. Evitemos por tanto los nombres de los antepasados, de antiguos novios o novias, de personajes históricos o novelescos. Los nombres que recibimos son como contratos inconscientes que limitan nuestra libertad y condicionan nuestra vida."
Cuál es concretamente el efecto de repetir los nombres?
El psicoterapeuta indica el peligro de este acto, ya que los nombres actúan como fotocopias y al ser repetido se devalúa y pierde fuerza. Además de mencionar que en la repetición está el riesgo de ser un “árbol que da frutos o bien plantas venenosas”.
Para entender mejor su teoría hay que explicar que los nombres tienen una vibración o fuerza. Si ponemos el nombre de un hermano muerto a un bebé, estamos en realidad dejando en el recién nacido la carga de ser como aquel hermano. Además si el nombre que ponemos tiene una historia de depresión sumamos esa carga a la nueva persona.
Para Jodorowsky, la elección del nombre para el bebé es algo que debe llegar a ambos padres de manera intuitiva; no ser repetido, sino darle la oportunidad de comenzar algo nuevo. No obstante, también entrega pautas de cómo mejorar esta situación para quienes ya están con este problema y sienten que están repitiendo la misma historia.
Si el nombre que tenemos trae consigo una carga demasiado fuerte lo ideal es atreverse a cambiarlo, o bien, usar el segundo nombre. De esa manera reducimos los riesgos de llevar con nosotros una carga o repetir la historia vivida por nuestros antepasados.
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