La magia es un acto de amor, un sistema para iluminar y organizar la vida. Así lo entienden la mayoría de los practicantes.
Es la Regla básica e implacable de todo tipo de magia; no dañar a nadie. Ni así mismo, ni a sus enemigos; a nadie.
Hay quienes se dedican a la magia porque piensan que es un arma importante que pueden utilizar en contra de aquellos jefes que les reprenden, de los amigos y compañeros infieles y de enemigos imaginarios.
Pronto aprenden la verdad.
-Si desea dañar, herir o incluso matar a alguien, la magia no es para usted.
-Si desea obligar a un hombre o mujer a enamorarse de usted, la magia no es para usted.
-Si desea obligar a un hombre o mujer a enamorarse de usted, la magia no es para usted.
Hay quienes intentan hacer esas cosas con ayuda de la magia durante cierto tiempo. Luego, por una razón u otra, se van perdiendo en la oscuridad. Algunos magos que se dedican al ejercicio del mal piensan que pueden embrujar a otras personas sin que les ocurra nada a ellos.
Creen estar bien protegidos.
Tal vez gocen de cierta protección mágica que rechace la fuerza negativa procedente del exterior. Ahora bien, estos guardianes mágicos no tienen poder para defenderlos del ataque que los derribará al final. Y ¿de dónde viene esta “maldición?”. De adentro.
La práctica de la magia nociva despierta los aspectos más oscuros y peligrosos del ser. Ningún superhéroe ha de recurrir a las maldiciones de un mago malvado para corregir las injusticias.
Ninguna princesa necesita tocar a nadie con una varita mágica.
Quienes hacen mal uso de la magia, se maldicen así mismo. Para hacerlo han de liberar una poderosa corriente de energías negativas que existe en su interior, y este maleficio tarde o temprano acaba repercutiendo en casa.
Así que, si usted ha pensado alguna vez en utilizar la magia de este modo ¡Piénselo otra vez! Ya ha sido advertido.
Existen otras formas más sutiles de hacer mal uso de la magia, como amenazar o intimidar a alguien diciendo que usted puede maldecir. Ello constituye una violación de la regla que consiste en “no hacer daño a nadie” (incluso aunque no tenga la intención de realizar tal acción). El hecho de dañar a alguien psicológicamente es tan negativo como el hacerlo psíquica y físicamente.
Asimismo, el prometer a un hombre o una mujer que les va a enseñar los secretos de la magia con el fin de conquistarlos, es otro camino seguro que conducirá a la propia ruina.
Todo esto es una realidad, no se trata de opiniones personales.
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