viernes, 28 de enero de 2022

Pedirle Peras al Olmo. Reflexión

Uno de los grandes dolores humanos en cuanto a los vínculos es seguir esperando peras de un olmo.

Este refrán español resume perfectamente lo que sentimos al querer cambiar al otro, al querer que el otro reaccione, sienta, haga lo que nosotros haríamos y reaccionamos expectantes, desilusionados, victimizados por ese Olmo malvado que supuestamente nos retiene las preciadas peras.



La realidad es que no está en su naturaleza generarlas. Y el Olmo se siente tan mal como nosotros, porque no puede hacer algo que no está en su esencia.

Tanto el que espera las peras, como al que se las piden, sienten mucho dolor e impotencia. Porque nadie acepta al otro, se generan enojos, manipulaciones, impotencia, malestar, ira y peleas.

Son tiempos para darnos cuenta que seguir energéticamente tratando de encajar llaves en puertas sin cerrojo nos está dejando cada vez más exhaustos, y ya no es por ese lado la búsqueda.

Aceptar que la visión del mundo, los deseos, el libre albedrío del otro le pertenece al otro y no a mí, es un gran acto de amor. Aún cuando esto implica alejarme muchas veces.

Padres que hubieran querido otro tipo de hijos, parejas que no se aceptan entre sí y buscan dolorosamente cambiarse todo el tiempo. Y tanto más. Sucede en todos los vínculos, siempre la tensión, el rechazo y la no aceptación de la esencia del otro como base.

Si tengo que forzar e imponer, si todo me enoja. Si me molesta lo que dice o no dice, hace o no hace y exploto de rabia porque no "me hace caso " no va... Agota!!!.

Hoy dejo de pedirle al Olmo que me dé algo con lo que no cuenta entre sus recursos. Y avanzo, me muevo. Viendo como se acercan nuevos vínculos que simplemente fluyen. Y vuelvo a mí, y empiezo YO a dar esos frutos que busco en huertas ajenas.

El Universo nos pide volver a lo que nos  nutre, nos alimenta y  reciclar la conexión con los apegos, el drama y la adicción a lo que nos quita y nos parásita la existencia.

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