jueves, 1 de abril de 2021

No dejes que los demás te Arrastren hacia su Tormenta

No podemos dejar que los demás nos arrastren hacia sus tormentas. ¿Por qué? 

Con este ejemplo lo vamos a entender muy bien:

-Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?

-A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.

-Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.

Cada persona da a los demás lo que posee por dentro, sea o no agradable. Eso no quiere decir que sean ellos los que nos dañan, sino que somos nosotros los que damos validez a sus opiniones y acciones. En otras palabras, no existen las ofensas sino los ofendidos.

Nuestra arquitectura interna tiene armas para defenderse de los ataques y tres de las más poderosas son estas: tomar distancia, comprender y saber ignorar lo irrelevante.

Asimismo, no es quien nos hace daño sino quien replica ese mal miles de veces. Podemos dejar que las palabras se las lleve el viento o que, por el contrario, permanezcan en nosotros. Creo que nadie tendrá duda de qué es lo que nos satisface más.

Personas conflictivas, personas negativas, personas tóxicas. Personas que nos hacen daño y que vulneran nuestra paz con demasiada facilidad y, probablemente, con extrema frecuencia. Generalmente, no las queremos en nuestra vida, pero toparnos con ellas es inevitable.

Tienen una habilidad especial para el enfrentamiento y parece que buscan conflictos con sus pensamientos, opiniones, emociones y comportamientos… Su conflictividad nos genera un gran malestar y además interfiere en nuestra tranquilidad.

A lo mejor, no es algo personal contra nosotros, sino que es posible que estén lidiando una gran batalla consigo mismos. Al fin y al cabo, como dijo Gandhi, una persona en guerra consigo misma es una persona en guerra con el mundo entero.



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