¿Estás pensando en contarle tu secreto a un amigo? En cuanto empieces a hablar de él, tu secreto dejará de ser tan secreto.
Al contárselo a él/ella, cabe la posibilidad de que se enteren otras personas con quienes no quieres compartirlo. Lo más seguro es no hablarlo con nadie. Pero no es necesariamente lo más saludable.
Hablemos de secretos, por si te sirve para tomar una decisión sobre qué hacer con el tuyo.
Contar tu secreto para liberarte de la carga
La verdad duele, pero ocultarla puede doler más.
Hay secretos demasiado grandes como para ser arrinconados en algún lugar de la memoria. Las investigaciones sugieren que los secretos están más vivos que cualquier otro tipo de recuerdo.
Cuanto más te empeñas en olvidarlos, menos lo consigues. Y, con esos pensamientos, reviven continuamente la culpa, la vergüenza y el dolor de las heridas, afectando con ello a tu salud.
Para este tipo de secretos, que te hieren a ti o que pueden herir a otros, lo más saludable es hablar de ellos. Una vez que pasas el momento difícil de desvelar la verdad, empiezas a encontrar paz.
El secreto también es una carga para tu amigo
Tenlo en cuenta. Los secretos pesan, tanto si eres el protagonista de los mismos como si guardas los de otra persona.
Al contarle a un amigo tu secreto, le demuestras tu confianza. Pero quizás también le estés poniendo en una posición muy difícil.
Puede que le sea difícil asimilarlo. Puede que se estrese y que se vea obligado a mentir para ocultarlo. Y puede que, si te quiere de verdad, insista en que lo hagas público.
Claro, depende del secreto. Si le pides que no le diga a nadie que has suspendido un examen, que te has enamorado del vecino u otro secreto no muy trascendente, poco estrés vas a causarle.
Pero, si estás en peligro, porque puedas hacerte daño o te lo puedan hacer a ti, un amigo responsable buscaría la manera de ayudarte. Y no tanto por su estrés, sino por ti. A un amigo le importa tu bienestar.
¿Cómo sabes si puedes confiar en tu amigo?
Tú lo sabes mejor que nadie. Aun así, dejemos unos cuantos interrogantes para reflexionar.
¿Este amigo airea en público cuestiones delicadas sobre sí mismo o sobre su familia?
¿Te cuenta secretos u oscuros cotilleos sobre otros?
¿Ha desvelado antes sin tu permiso algo que le pediste que no contara?
¿Te ha juzgado (a ti u a otras personas) después de enterarse de una verdad delicada?
¿Te ha echado en cara un secreto cuando se ha enfadado contigo?
¿Ha sacado provecho de información confidencial para que te portases “mejor” con él/ella?
¿Está demasiado impaciente porque le cuentes “la verdad”? (A ver si le notas más morbo que interés por tu persona.)
En definitiva, si tienes muchas dudas, no se lo cuentes.
Es preferible anotar tu secreto en un papel y quemarlo. O gritarlo a los cuatro vientos en un cerro desierto. O contarlo de manera “anónima” en un rincón de internet, donde veas que hay personas que pueden entenderlo.
Y, desde luego, si se trata de uno de esos secretos corrosivos, una gran idea es acudir a un profesional, que sabes que no va a escandalizarse, ni a juzgarte, ni a usar la información en tu contra.
Secretos que desvelar al interesado
Hay secretos que involucran a dos personas. Por ejemplo, que hayas tenido un desliz y temas contárselo a tu pareja, por lo que pueda pasar.
Si haber sido infiel te pesa (que no siempre es el caso) y necesitas liberarte del secreto, considera hacerlo directamente con el interesado.
El doctor Lickerman, en Psychology Today, apunta tres cosas que pueden pasar si te atreves a dar ese paso:
1. Que aligeres tu culpa con el tiempo.
Cuando desveles tu secreto a la persona que ha sufrido el daño, es muy probable que tarde en perdonarte.
Pero esa es la única manera en la que se inicie el camino hacia el perdón; el que te otorgue él/ella (si estás arrepentido) y el que te otorgues tú mismo.
2. Que evites que se entere por un tercero.
Eso, o que lo descubra de mala manera. Y, además del secreto “original”, tenga que encajar ese engaño, lo cual puede doler más que tu confesión cara a cara.
3. Que reduzcas el número de ofensas.
Una ofensa es haber sido infiel, por ejemplo. A esa sumas otra tratando de ocultarlo. Y, si la primera es difícil de perdonar, la segunda puede ser más difícil aún.
Como sea, si tienes una relación que te importa mantener y estás evitando que la otra persona se entere de “la verdad”, el secreto hará de barrera entre los dos mientras exista y tú no puedas dejar de pensar en él.
Secretos que puedes guardar alegremente
Ni a pareja, ni a amigos… ni a nadie. Hay un tipo de secretos que puede ser una buena idea NO compartir.
Son tus planes, tus objetivos o ese viaje que se te ha ocurrido hacer cuando lleguen las vacaciones.
Encuestas estudios y expertos que dicen que es bueno hablar de tus objetivos, porque eso te motiva y te compromete, entre otros motivos.
Pero hay otros que apuntan a que es más conveniente que guardes tus planes en secreto, al menos hasta haber dado los primeros pasos con ellos. (Y yo suscribo esto.)
Ya, ya. Cuando compartes tus maravillosos planes para el futuro, sientes un subidón muy agradable. Y ahí es donde está el inconveniente. Al sentirte tan contento, crees que has avanzado sin que hayas dado aún un solo paso.
Es mucho más emocionante (desde mi punto de vista), planear en secreto.
Y, una vez que estés encarrilado, soltar la sorpresa a la persona adecuada: esa que se va a alegrar contigo y te va a animar para que sigas; un amigo de verdad.
De esta manera, no tienes la presión de ver que los demás están pendientes de ti (tampoco es que fueran a estarlo mucho).
Pero sí puedes tener unas ganas locas de avanzar. Y que, en lugar de los planes, sean los resultados quienes desvelen esa “misión secreta” en la que has estado trabajando.
Recapitulemos
Comenzamos hablando de secretos grandes y delicados. Si mantenerlos supone un daño para ti o para otras personas, conviene que vean la luz.
El quid está en encontrar el cómo, el cuándo y la variable donde más nos hemos detenido: el quién.
Sea cual sea tu secreto, hay alguien que sabrá apoyarte y te ayudará a que se aligere la carga. ¿Podría ser tu amigo? Sí, pero tienes más opciones.
Y terminamos hablando de secretos felices, que no suponen estrés, culpa ni vergüenza alguna, sino un aliciente para quien planea sorprender.
Espero que esta entrada te dé alguna pista para reflexionar en tu caso.
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