viernes, 16 de agosto de 2019

Autoestima... Los Peligros del Mal uso del Auto - Lenguaje

En mi opinión, no le prestamos la atención que se merece el uso correcto del auto-lenguaje, de modo que nos perjudicamos a veces sin ser conscientes de lo que estamos haciendo. Y esto es algo que se puede evitar.

Hay que recordar que el inconsciente no entiende el sentido de la ironía y que no comprende claramente el doble sentido de algunas palabras o la intención con que se dicen otras. Todo lo entiende literalmente.

Si digo “¡qué tonta soy!”, como una expresión coloquial y sin una intención agresiva, estoy generando personalidad. Le estoy diciendo a mi mente que soy tonta. Y mi mente se lo va a creer, mi autoestima es posible que también se lo crea, y en el concepto inconsciente que tengo de mí aparecerá destacado que “soy tonta”. Y como tonta me valoraré y como tonta acabaré actuando.

“Soy tonta”, “soy una inútil”, “soy torpe”, “qué burra soy”, “no aprendo”… estas construcciones son más peligrosas de lo que aparentan. No se quedan en el olvido un segundo después de haberlas manifestado, sino que se anclan en nuestro auto-concepto y nuestra mente las acata sin más.

“Soy tonta”, digo. Y no es cierto. He conseguido muchas cosas, soy hábil en algunas otras, tengo conocimientos, sé hacer cosas…tan tonta no debo ser. No “soy tonta”; he hecho algo que se podría calificar como “una tontería”, y posiblemente la pueda subsanar, pero eso no me convierte en tonta como definición de mí.

“Soy torpe”, digo. Y no es cierto. Es posible que haya cometido alguna torpeza -¿y quién no?-, pero eso no me engloba dentro de un conjunto en el que “ser torpe” sea mi descripción. He superado muchas cosas. Tan torpe no soy. ¿He hecho algo torpe ahora, en un caso concreto?, pues puede que sí, porque soy humana.

Somos crueles con nosotros mismos. Si hacemos algo que no es de una perfección absoluta, somos feroces y nos juzgamos con dureza. En cambio, si le pasa a una amiga eso mismo somos capaces de ser comprensivas, amables, cariñosas…”cariño mío, si no es para tanto, eres una preciosidad, no pasa nada, todos te queremos…”

Y quien dice esto, que es una parte de nuestra capacidad de comprensión… ¿dónde está cuando se trata de nosotros mismos?

¿Por qué nos tratamos mal verbalmente?

¿Por qué los insultos, los menosprecios o los desprecios, el despecho, el rencor, incluso el odio?

¿Para qué los insultos, los menosprecios o los desprecios, el despecho, el rencor, incluso el odio?

¿De qué sirven?

¿Acaso no es más útil el amor, el cuidado, el aprecio, la comprensión, el acogimiento, el abrazo?

¿Por qué a un niño le tratamos con dulzura y a nosotros con dureza?

¿Y por qué destacamos lo que no nos gusta, lo que hacemos mal, y no destacamos con la misma atención e intensidad lo que hacemos bien?

¿Hace mucho tiempo que no te dices “me amo”?

¿Hace mucho tiempo que no te sonríes en un espejo y te lanzas un piropo?

¿Hace mucho que no te dices “qué bien me veo”, “me quiero”, “me alegro de ser tan buena persona como soy”?

Claro… lo sé… lo habitual es que lo “bueno” que hay en ti te parezca “normal” y por eso no lo aprecies y no te lo reconozcas en voz alta y sintiéndolo sin rechazo en el corazón.

Lo habitual es que te compares y… en las comparaciones siempre salimos perdiendo, porque siempre nos comparamos, en estos casos, con el que es o está mejor.

Todos tenemos talentos, algo en lo que destacar, algo que hacemos bien, alguna cualidad, una cosa que merezca nuestro propio reconocimiento y nuestra sincera felicitación. Y esto es algo que tenemos que promocionar y destacar. Y decírnoslo en voz alta.

El auto-lenguaje, esa forma en que nos hablamos es REALMENTE IMPORTANTE y no le damos el valor que se merece, ni lo usamos tal como es conveniente.

Hasta que una es consciente de esto y decide empezar a tratarse de otro modo teniendo cuidado para evitar cualquier palabra que lleve una connotación negativa y promocionando el auto-lenguaje enriquecedor, amable y cariñoso, que sin duda nos merecemos.

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